HOTEL SAN CARLOS:

202 Central Avenue, Phoenix, Arizona.

HOTEL SAN CARLOS
Fue incluido en el Registro Nacional de Lugares Históricos en 1983.
El sitio donde se encuentra el hotel fue la ubicación de la primera escuela en Phoenix.  La escuela de cuatro habitaciones fue inaugurada en 1874. Fue reemplazada por una estructura más grande en 1879. 

Durante la epidemia de gripe que se extendió por la ciudad en 1918 murieron varios de los pequeños que residían en el orfanato. Pero otros aseguran que fueron hallados varios cuerpos de niños calcinados en la caldera del orfanato, cuyos espíritus deambulan por los pasillos del hotel.

En el Hotel San Carlos, aún existe el pozo original, en el sótano, donde se cuenta que se ahogaron 3 niños que intentaban recuperar su pelota. 

En 1919, la tierra fue comprada por la familia Babbitt, familiares del ex Secretario del Interior y el gobernador de Arizona. El proyecto San Carlos Hotel fue realizado por Charles Harris y Dwight D. Heard quien compró la propiedad a los Babbitt y la construcción comenzó en 1927. La inauguración del hotel se realizó el 1 de marzo de 1928. 

Cuando murió Dwight Heard en 1929, el Señor Harris asumió la administración en tiempo completo del San Carlos y se mudó con su familia al ático. El hotel permaneció en la familia hasta 1967, cuando la viuda, vendió el hotel a un grupo inversor que fracasó y luego sobre 1970, se vendió a Gregory Melikian. Su familia han sido los dueños durante los últimos 43 años.

El 7 de mayo de 1928, una mujer, Leone Jensen, se tiró desde una de las habitaciones tras ser supuestamente abusada por su pareja, un conserje de otro hotel cercano. No obstante, hay quienes aseguran que no se trató de un suicidio, sino que fue empujada al vacío por su novio o la otra novia de este. Está enterrada en Forest Lawn Memorial Park en Glendale, California.

La leyenda cuenta que todas las noches, el espíritu de Jensen, la joven de 22 años, deambula por los pasillos. Su fantasma aparece como una tenue aparición blanca, aparece a menudo en la escalera del séptimo piso, como si todavía caminara hacia su muerte y especialmente en la habitación 720. También se la ha visto caminando por los pasillos del tercer piso, donde revisó una habitación antes de su aparente suicidio. Algunos invitados incluso la han visto parada al pie de su cama, mirándolos mientras duermen, antes de desaparecer en el aire.

Otro de los espíritus que recorre las habitaciones es el de una niña de 6 a 9 años, una de las víctimas de la epidemia de gripe. Según los huéspedes sienten los llantos de la niña cada noche. A esto se suma el incesante golpetear de las cañerías del sistema de calefacción.

Otra joven intentó suicidarse en el hotel en 1948, aunque fue salvada por el marco de una ventana abierta, atrapándola y evitando su muerte. 

El 9 de diciembre de 2004, ocurrió otra muerte en este hotel, cuando un hombre no identificado saltó desde el techo del hotel.

Muchos huéspedes han dicho que han escuchado a un hombre desconocido gemir en los pasillos del hotel. El personal también ha recibido llamadas de extensiones que no existen.

En la consejería se encuentra a disposición de los huéspedes un libro cientos de hojas amarillentas donde los visitantes dejan escrito sus extrañas vivencias en el hotel. Los relatos de gritos, llantos y repiquetear en las cañerías llenan las páginas del libro y se remontan años atrás, incluyendo los nombres de los firmantes y la fecha del relato.

Como por ejemplo este: ‘Anoche escuché fuertes golpes en las cañerías y los gritos de niños que corrían por el pasillo. También sentí a una niña llorar en la habitación contigua, pese a que más tarde me informé de que estaba sin ocupar".

Una empleada contó un evento que tuvo lugar mientras estaba sentada en la recepción. El vestíbulo estaba vacío y escuchó un fuerte ruido de golpes provenientes de la esquina. Lo único que había a la vuelta de la esquina era un pequeño pasillo que conducía a la escalera. Cuando se levantó para comprobarlo, oyó un fuerte estruendo y el sonido de cristales rotos. Cuando dobló la esquina, vio cristales rotos en el suelo debajo de un cuadro enmarcado. El cuadro, sin embargo, seguía colgado en la pared, faltaba la mitad del cristal. No podía explicar cómo sucedió ya que no había nadie más en el vestíbulo, he incluso volvieron a revisar las imágenes de seguridad para ver si alguien había venido desde el hueco de la escalera, y nadie había estado en esa área durante horas.